El héroe moderno - Paúl Mata
En el seminario 6 en la clase “El
objeto de Ofelia” (1) Lacan afirmará que el drama de Hamlet muestra una
mutación que se ha dado del héroe en relación con su destino. Hamlet vendría a
representar a un nuevo héroe, un héroe moderno que se encuentra en la
obligación de hacerse el loco para poder transitar su propio recorrido. Un loco
que no sabe, o que pretende no saber para eludir el peligro que comporta ser
visto por el otro como alguien que detenta un saber. En este hacerse el loco,
se puede ubicar en Hamlet lo que se encuentra del lado del semblante, de lo que
parece-ser (2). Y es precisamente lo que está en el orden del ser lo que está
en juego en la posición de Hamlet, ya que su trama revela la dependencia que
tiene éste en relación al significante y los efectos de tragedia en su destino.
Esta idea del héroe moderno se puede
examinar en términos de categoría; es precisamente lo que introduce Lacan en el
seminario 6 al hacer la distinción entre Edipo y Hamlet, entre uno que no sabe
y otro que sí, aunque las acciones de este último parezcan ser producto de la locura.
El significante moderno hace posible la existencia de una clase donde sea
posible colocar objetos de una misma naturaleza, y partiendo de este principio
me pregunto entonces ¿qué es lo que caracteriza a un héroe moderno? Para hacer
un esbozo de respuesta en relación a esto, tomo un texto del ensayista alemán
Hans Magnus Enzensberger donde articula una diferenciación entre dos tipos de
héroes (3). En primer lugar, se tienen aquellos
héroes “a los que jamás les preocupó otra cosa, que la conquista, el triunfo y
la megalomanía”. Marcados por la consecución de ideales, estos héroes consuman
la tragedia en ese escenario que los conducirá a producirse como deshechos de
su propia empresa (4), develando la dimensión de sacrificio inmanente a sus acciones.
Para el alemán, estas figuras
pertenecen ya al pasado, aunque afirma que en el ámbito político aún persiste
la presencia de un conjunto de personas que se encuentran aferradas al esquema
clásico del héroe, este que sueña con triunfos inalcanzables. Cito textualmente
“La normalidad democrática está presa de la ambición y sed de gloria que sufren
de forma visible los dirigentes… El héroe ha estado investido siempre, como
representante del Estado, de un carácter teatral… La comicidad involuntaria de
ese clan dirigente que se cree errónea y tercamente instalado en no sé qué
cumbres pone de manifiesto que del héroe clásico sólo ha quedado una vulgar
caricatura”.
Nos encontramos aquí con lo que puede
constituir el lado nefasto de esta figura, que viene representada por ese accionar
que se edifica bajo la lógica del a-toda-costa, que va barriendo la alteridad,
promoviendo estados de segregación y odio a lo xeno. Esto no es un tema ajeno a
la actualidad nacional y al momento de crisis por el cual estamos atravesando los
venezolanos. Sin embargo, me pregunto si a estas figuras con estas
características en particular se les puede denominar héroes. En una sociedad
fragmentada por los ideales políticos, la noción de héroe se relativiza y cada
quien escoge al líder-héroe que lo vaya a representar.
En estas figuras se puede evidenciar la
operación del discurso del amo bajo el imperio de las identificaciones, en
concreto, con la identificación al “sujeto-amo”. Estos héroes buscan el prestigio
que implica erigirse en la posición del amo y dice Indart a propósito de esto que
“conquistar la posición del amo supone como posición convertirse en alguien sin
cuerpo, porque se ha apostado la vida, la vida concreta, la vida pulsional” (5).
Vemos aquí nuevamente la dimensión de sacrificio que implica seguir un ideal,
porque estos héroes en un intento de instituirse como el Uno-amo en el campo
del Otro apuestan su cuerpo gozante, identificándose con aquello que los hace cadáveres.
Cabe agregar, que esta confrontación con un otro se da mediante la primacía del
eje imaginario ya que es sólo en este plano que es posible la guerra. Es por
ello que se hace necesario el registro de lo simbólico para introducir cierto
orden y jerarquía en el lazo social (6).
Existe otro tipo de héroe, de acuerdo
al ensayista alemán previamente citado, que es el héroe de la retirada, de la
renuncia, de la demolición, del desmontaje. Este autor afirma que “la retirada
es la operación más difícil de todas. Esto vale también en política. El non
plus ultra del arte de lo posible consiste en abandonar una posición
insostenible. Pero si la grandeza de un héroe se mide por la dificultad de la
misión con que se enfrenta, se deduce de aquí que el esquema heroico no sólo
tiene que ser revisado, sino invertido. Cualquier cretino es capaz de arrojar
una bomba. Mil veces más difícil es desactivarla”.
Resulta interesante que en estas líneas
se hable del non plus ultra, que significa “no más allá” Esta frase tiene su
origen en la expresión que, según la leyenda, Hércules grabó en el estrecho de
Gibraltar para indicar que no había tierra más allá, que ahí terminaba el mundo
conocido. Este non plus ultra en el terreno del psicoanálisis lacaniano se
referiría a una política que se encuentre situada por el principio de
irreductibilidad del inconsciente y por la impotencia de lo simbólico en poder
capturar la verdad última, la verdad de la verdad. En otras palabras, una
política orientada por lo real y por la inexistencia del significante de La mujer.
Anudando estas ideas con el drama de
Hamlet, el principio de retirada es un elemento que rige varias de las acciones
de este personaje, por ejemplo, tenemos una de las escenas en la que Hamlet
decide no matar a su tío Claudio porque este se encuentra rezando, resuelve
retirarse ya que si le imparte la muerte en ese preciso momento de plegarias,
su tío se podría ganar la salvación. Todo lo que Hamlet hace, dice Lacan, lo
hace porque está pendiente de la hora del otro, desde el principio hasta el
momento final en el que se arroja a la trampa y consuma su destino fatal.
Este héroe moderno tendrá que vérselas
con el empuje al inmediatismo que caracteriza la época actual, como dice Miller
en su texto “Psicoanálisis y sociedad” la modernidad es el período histórico en
el que prevalece la idea de la utilidad, y no cualquier utilidad, la utilidad
directa, que además va en detrimento de la poesía. El psicoanálisis se desmarca
de este principio de utilidad directa debido a que no siempre se sabe para qué
sirve una sesión de análisis. El análisis por el contario implicaría “confiar
en una utilidad indirecta, una utilidad misteriosa, una causalidad difícil de
precisar, de la que no se conocen los medios de los que se sirve, pero, en definitiva,
necesaria” (6).
La posición del analista no consiente
a lo que es el valor de uso, diferenciándose de esta manera de los consejeros,
la autoayuda y el coaching, solo por mencionar algunos ejemplos. Las reglas
fundamentales del proceso analítico que son la asociación libre y la
neutralidad analítica no se fundamentan a partir de la utilidad de servicio, esto
último implicaría que el saber se encuentra del lado del analista.
Ante los avatares que impone la época
en la que el triunfo del discurso científico, la globalización capitalista y la
elevación del objeto al cenit social son los aspectos que comandan las
relaciones humanas (7), el psicoanálisis tendría algo que aportar para hacerle
frente a este imperativo de goce excesivo que hace síntoma en los cuerpos del
hablante-ser, esto es: la extracción de un saber que posibilite la rendición de
ese plus de goce a partir de una ética que se fundamente en el deseo que es
singular para cada uno.
Referencias
(1)
Lacan,
J. (1958) Seminario 6. El deseo y su
interpretación. Editorial Paidós.
(2)
Miller,
J. (2009). De la naturaleza de los
semblantes. Editorial Paidós.
(3)
Enzensberger,
H. (1989). Los héroes de la retirada. Extraído
del sitio Web https://elpais.com/diario/1989/12/26/opinion/630630005_850215.html
(4)
Tudanca,
L. (2006). La figura del héroe. Extraído
del sitio Web de la EOL.
(5)
Indart,
J. (2001). El sujeto-amo, el
sujeto-mujer, la histeria, la muerte. Extraído del sitio Web Virtualia.
(6)
Miller,
J. (2005). Psicoanálisis y sociedad. Extraído
del sitio Web de la EOL.
(7)
Velásquez,
J. (2007). La necesidad de “gestarse a sí
mismo” en el marco de los goces contemporáneos. Editorial Pomaire.
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