Posverdad y discurso del amo- Ronald Portillo
Según el Diccionario de la Lengua Española la posverdad es “una distorsión deliberada de la realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.
Se trata de una expresión que le viene a la medida al
tratamiento cotidiano que le otorga el régimen
de Nicolás Maduro a la terrible realidad
por la que está atravesando nuestro país. En una entrevista que le realizara el diario El
Nacional de Caracas, el distinguido antropólogo venezolano Rafael Sánchez cita la lógica de Humpty Dumpty en “Alicia a través del espejo” para referirse al
proverbial uso que le concede la actual dictadura venezolana a la posverdad:
“una palabra significa solo aquello que yo elijo que signifique”. Son incontables las expresiones
con las que, en el régimen chavista, continuado por el madurista, se ha entronizado
el uso de la posverdad: lo que sucede en Venezuela se reduce a lo que los
detentadores del poder han decidido que suceda en el país. Una afirmación distinta
sostiene, con absoluto desparpajo, provendría de factores desestabilizadores o
de la derecha recalcitrante, obedecería a intenciones interesadas del imperio
yanqui o simplemente serían exageraciones
de la oposición.
En Venezuela, según la opinión de los dueños del poder no
está planteada ninguna ayuda humanitaria
porque no es verdad que exista carencia de alimentos, medicinas e insumos médicos. Lo que existe es una “Guerra
económica” contra Venezuela porque hay un Otro que solo quiere usufructuar nuestro petróleo.
Ese Otro malvado y codicioso, Otro de goce, no puede soportar ni admitir los
pretendidos logros de la revolución. Para el gobierno no es verdad que hay una
crisis eléctrica, lo que hay son sabotajes y al que diga lo contrario se le encarcela y punto. No
se puede pensar ni decir nada diferente a lo que el amo del poder ha decidido que es verdad.
Tampoco es verdad que hay una crisis humanitaria
por falta de alimentos y medicamentos, ni que el pueblo viene muriéndose a consecuencia de esas carencias. La posverdad
madurista, asiento de una paranoia
extendida, conlleva la idea de que el Otro de la derecha internacional lo que
persigue, al ofrecer su ayuda humanitaria, es atentar contra la soberanía del
país e invadirlo utilizando esa vía.
El objetivo al que aspira la posverdad, no es otro que deliberadamente
manipular al pueblo, con la intención
evidente de obtener dividendos políticos y perpetuarse en el poder. Lo
más resaltante de todo este manejo es la conexión del uso de la posverdad con
la sugestión, igual a lo que sucede en el procedimiento hipnótico, el
gobierno logra su cometido: mucha gente termina por creerles. Difícil de
admitir que este régimen todavía tenga una aceptación por encima del 20% de la
población. La posverdad, así como la criptomoneda el “petro”, una de las invenciones más
recientes para tratar de conseguir lo que también falta en el país, divisas,
constituye igualmente un engaño, un fraude. En este mismo registro se inscriben
las elecciones presidenciales adelantadas. A decir de una alta representante
del chavismo tal adelanto obedece a la necesidad de que con su realización comenzará
a resolverse la crisis del país. Esa es una verdad absoluta para el régimen de
Maduro y sus seguidores.
La posverdad efectivamente es un hecho de discurso y tal
como demostró exhaustivamente Jacques
Lacan la palabra tiene poderes sobre la realidad, sobre el sujeto, sobre la
sociedad, sobre un país. La
significación que se genera en un discurso depende, en última instancia, del Otro.
La posverdad conlleva la exclusión del Otro, se soporta solamente en el S1
sin tomar en cuenta al S2, solo cuenta
lo que el amo elige que es la significación y nada más y para ello, cual “
Humpty Dumpty” decreta lo que es la verdad oficial para todo un país. La hegemonía
comunicacional que ejerce a voluntad el régimen de Maduro se basa precisamente
en esta manipulación de la verdad, que incluye un atentado flagrante a la libertad
de expresión, al respeto por el Otro, en suma a la dignidad humana. Probablemente haya sido
Joseph Goebbels, el tristemente célebre ministro de propaganda del régimen
nazi, uno de los primeros en ejercer con evidentes fines políticos la
distorsión deliberada, propia de la
posverdad, cuando afirmó: “una mentira
repetida mil veces se convierte en verdad”.
La llamada “Revolución Bolivariana” ha devenido la más fiel seguidora de
tal aserción. Una sólida identificación se ha instalado. Hay que ver ¡cómo han
mentido y con cuanta repetición! No cabe ninguna duda de que el uso de la posverdad por este régimen encuentra sus títulos de origen en el nacional-socialismo
alemán. Es en ella donde hunde sus raíces
fundamentales el llamado populismo, plataforma matriz del funcionamiento del chavismo
y del madurismo, práctica sostenida que ha carcomido los cimientos de la institucionalidad
democrática en Venezuela.
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