Migración y represión, políticas de Estado-Ronald Portillo



El excelente artículo de Roberto Casanova “Salida y voz en la Cuba comunista”, publicado recientemente en Prodavinci, deja al descubierto la política de migración seguida por Fidel Castro a lo largo de la Revolución Cubana para tratar de aliviar el malestar social existente en el seno de la población.

Con una periodicidad de 15 años, Castro permitía una salida masiva de cubanos descontentos y anhelantes de exilio. La intención fundamental: acallar la voz de la protesta de la disidencia, de por si sometida a la sordina en razón de la obscena y feroz represión.

Peinando la historia de las migraciones cubanas permitidas por el régimen, utilizando las tesis de Albert Hirschman, expuestas en “Salidas, voz y lealtad” (1977) y “Tendencias autosubversivas”, (1996), publicaciones ambas de la editorial Mexicana” Fondo de Cultura Económica”,  Roberto Casanova analiza treinta y cinco años del gobierno revolucionario de Castro en lo referente al uso de la migración como instrumento para bajarle ebullición  a la caldera de la protesta social y política existentes en la Cuba socialista.

Castro logró, qué duda cabe, imponer en  la isla su proyecto comunista con las banderas de la igualdad y el bienestar para su pueblo, para terminar oprimiéndolo, sojuzgando y empobreciéndolo.

El parangón que se puede establecer con la Venezuela chavista-madurista de hoy es más que evidente. Sin duda se trata de seguir al calco el manejo de la presión generada por el malestar social, la crisis humanitaria y la disidencia mayoritaria por medio del empuje que se hace a la población para que se aventure a tomar la ruta del exilio. No tomar ninguna medida antiinflacionaria, no implementar ninguna solución a la crisis de la salud, de la alimentación, de la inseguridad, del transporte, de la economía, equivale a conducir inexorablemente a millones de compatriotas venezolanos a tomar la opción de salir del país, de emigrar. Con la inmensa carga de dificultades de todo tipo que esto acarrea, sobre todo la segregación y la xenofobia de los nacionales del país que han elegido para asentarse, tal como ha comenzado a ocurrir en países bolivarianos, cuyos habitantes fueron recibidos con las puertas abiertas en nuestro país, en épocas no tan lejanas.

En el marco de la tesis de Hirschman la alternativa a la salida es la voz. Es una verdad inocultable que los  venezolanos que han decidido quedarse, deben asumir una política de silencio, no se puede disentir en voz alta o participar en protesta alguna, so pena de castigo inmediato. Es el efecto que ha logrado la represión continua y la brutal respuesta gubernamental que dejó solo el año pasado al menos 160 cadáveres de jóvenes venezolanos inmolados en las calles de las ciudades de nuestro país.

El núcleo principal de la política del régimen parece asentarse en este momento en estos dos elementos: la salida de venezolanos al exilio como instrumento para bajar la presión del malestar interno y la represión para acallar cualquier voz disidente y opositora que pueda hacerse contagiante y producir algún fenómeno de masas.

Por supuesto no puede faltar como fondo de esta política la consuetudinaria posición paranoica de que el malo es el Otro imperial, con su “guerra económica” y  contra el pueblo. El régimen es incapaz de asumir, al menos públicamente alguna pizca de responsabilidad en el caos en el que está convertida la Venezuela de hoy.

Comentarios

Entradas populares