¿Zadig o la Escuela? Dos aproximaciones a un falso dilema - Gustavo Zapata
De ida
Jacques Alain
Miller en la Conversación del 13 de mayo soltó una afirmación rotunda (soltó
varias, en realidad) que me pareció una provocación, después de
hablar del paso de JAM 1 a JAM 2 dice: “Ahora,
Jam 2 se consagra a hacer existir el psicoanálisis en el campo político. Nunca
Freud, ni Lacan, hicieron nada similar, ¿verdad? Es un paso que yo doy, pero lo
hago ya con muchos otros. Especialmente con la admirable École de la Cause
Freudienne.”
Efectivamente se trata de un paso sin
precedentes en la historia del psicoanálisis. Miller elige muy bien sus
palabras, dice: hacer existir el
psicoanálisis en la política. No es hacer
política con el psicoanálisis ni hacer
psicoanálisis de la política. Se trata entonces, en toda la regla, de un
acto analítico. Pero la verdadera provocación está contenida en esta frase: lo hago ya con muchos otros. Especialmente
con la admirable École de la Cause Freudienne.
Si el paso de Lacan implicó extremar las
tesis freudianas hasta sus últimas consecuencias, el paso de Miller implica
extremar las tesis de Freud y de Lacan hasta sus últimas consecuencias,
especialmente en cuanto al papel y el lugar del psicoanalista en el mundo. En
esta tarea hemos acompañado el esfuerzo de Miller en lo clínico y en lo
epistémico de manera entusiasta y decidida. Hemos logrado hacernos presentes en
los debates contemporáneos en el mundo psi y en la cultura, y en todo lo que
concierne a la subjetividad de la época, los avatares de sus maneras de vivir
la pulsión, las mutaciones de los lazos y un muy largo y variado etcétera. Pero
parece que en esta ocasión, vacilamos en ocupar la vanguardia, al menos al
inicio, tal vez en parte porque Zadig exige no
tener militancia partidista.
La tesis de Miller de hacer existir el psicoanálisis en la
política es una consecuencia de extremar dos tesis: la tesis de Freud en Psicología de las masas y análisis del yo,
enunciada así: “desde el comienzo mismo la psicología individual es
simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente
legítimo”, y la tesis de Lacan cuando define la Escuela en el Acto de Fundación del ‘64, enunciada así:
“Este término debe ser tomado en el sentido en que antiguamente significaba
ciertos lugares de refugio, incluso de bases de operación contra lo que ya
podía llamarse malestar en la cultura”.
Desde esta perspectiva, la frase de
Miller cobra su valor de provocación pues implica que hacer existir el psicoanálisis en la política no es sin la Escuela. Aún más, indica
claramente que implicación de los psicoanalistas en la política es una
extensión al nivel de la opinión pero que no debe confundirse con la Escuela ni
la AMP. ¿Por qué digo que es una provocación? Porque nos obliga a pensar cuál
es entonces el lazo entre Zadig y la Escuela. Queda claro así entonces que
Zadig se resiste a ser asumida como una consigna, requiere de un cálculo y de
una elección subjetiva: a contramano de una adhesión masiva, ciega, obliga a
una adhesión esclarecida*,
uno por uno, lo que hace imposible también derivar una weltanschauung o una ideología Zadig.
Como destaca Gil Caroz, el psicoanálisis
de orientación lacaniana deja de ser un “observatorio del malestar en la
cultura para convertirse en un actor efectivo e influyente en la política”,
pero solo a condición de que se ciña al principio simple enunciado también por
Miller en la Conferencia de Madrid: “Para actuar en política, confiar en la
autonomía del propio pensamiento es tan necesario como rebajar el nivel de las
identificaciones y conseguir que cada cual se remita a su propia opinión.”
Si Zadig no es sin la Escuela, y la Escuela tiene en el centro de su elaboración
la investigación en torno al final de análisis, obviamente entonces, Zadig es
una acción específica que deriva de la lógica del pase. Es decir, según el
principio precisado por Miller en Madrid, remitirse a su propia opinión (la luz interior de Simone Weil a la que
se refiere Miller) puede entenderse mejor desde el ángulo del desarrollo que
hace Lacan en la Nota italiana y el Prefacio
a la edición inglesa del Seminario 11 de la tesis de la Proposición del 67 acerca del núcleo de
eso que en el último párrafo de ese Seminario llamó el deseo de obtener la diferencia absoluta: el deseo del psicoanalista.
Lo que me interesa destacar ahora es que
con la Proposición, Lacan pone en el
centro del debate de su Escuela un dispositivo para arrojar luz sobre esa sombra espesa que recubre ese empalme
[…] en el que el psicoanalizante pasa a psicoanalista. La tesis de Lacan en
ese momento, sintéticamente, es que un psicoanálisis llevado hasta su final debería
conducir al atravesamiento del velo del fantasma, el des-ser del sujeto y la
realización de su destino de sicut palea,
y deja abierta la interrogación acerca de la razón que lleva a un sujeto a
hacer de ese destino de resto, el agalma
de su acción. En la Nota italiana,
precisa aún más, y dice que el analista, si ha llevado su análisis hasta el
final sabe ser el desecho de la buena
fortuna en la que está sumergida la humanidad, y que haber logrado cerner
la causa de su horror propio, debe llevarlo al entusiasmo por ocupar esa
posición para otros, pero sigue dejando abierta la pregunta por la razón de por
qué alguien querría ese destino de desecho.
Finalmente, en el Prefacio, avanza
una nueva formulación del final del análisis acotando la confrontación con la verdad mentirosa cuyo término es la satisfacción
del final, y sigue dejando abierta la pregunta acerca de qué lleva, en ese
punto del final, a un sujeto a entusiasmarse por ocupar el lugar del analista.
Esta insistencia de Lacan por dejar
abierta la pregunta por el deseo del analista es claramente su manera de
indicar que, en primer lugar, las coordenadas de su determinación son particularísimas
(indica dónde ubicarlas, pero se cuida de nombrarlas porque no tienen un nombre
ni una localización genéricas), y el pase es el dispositivo de elección para
investigar ese empalme en cada caso.
Pero en segundo lugar, deja bien claro que la acción del analista, orientada
por el deseo del analista, está (o debería estar) des-sujetada de lo que enmarca
toda otra acción humana, a saber: de las ficciones del fantasma, del velo de
las identificaciones, de la ambición de la buena fortuna, y de los espejismos
de la verdad mentirosa. Des-sujetada no quiere decir deslastrada, solo quiere
decir que el analista, advertido del engaño que comporta todo eso, al operar
desde el núcleo mismo de ese deseo impuro
e inhumano, debería poder separarse
de ello sin mayor dificultad. Eso explica porque Miller, en su sencillo
principio de Madrid, dice rebajar el
nivel de las identificaciones, no dice prescindir
de las identificaciones. Porque sabe (sabemos) que no se puede prescindir de las identificaciones o del
cristal del fantasma, a lo sumo se espera que éstas o éste no nos posea (como
dice Miller de su fantasma heroico: Lo tomo y lo dejo. Tomo lo que sirve. Dejo lo que me
molesta. Me burlo de cualquiera, y de mí también. Yo tengo a ese fantasma, él
no me posee). Raquel Cors lo formula
así: La política que
nos concierne y en la que algunos ⎯sin
pensarlo demasiado⎯
elegimos tomar posición, gracias a la propuesta de Jacques-Alain Miller con la
movida Zadig, es una elección en la que las identificaciones partidarias se
desvanecen y algunas idealizaciones ⎯incluso
la de la herejía.
De vuelta
Ahora bien, que Zadig no sea sin la Escuela, implica también que la
Escuela debe recoger los efectos de Zadig, en una suerte de lazo moebiano, y
hacerse cargo de ellos, toda vez que deriva de la formación que ella dispensa.
Su texto de referencia así lo indica: Pues
la Escuela, en cualquier momento en que el sujeto entre en análisis, ha de
sopesar este hecho con la responsabilidad que no puede declinar por las
consecuencias que tiene. Es constante que el psicoanálisis tenga efectos sobre toda práctica del
sujeto que se compromete en él. Cuando esta práctica procede, por poco que sea,
de efectos psicoanalíticos, resulta que el sujeto los engendra en el lugar en
que los ha de reconocer (las negritas son mías). El texto de Gil Caroz lo
ilustra de modo preciso, y muestra transparentemente ese lazo entre Zadig y la
Escuela cuando describe los diferentes combates reales que han dado los colegas
de la ECF. Siendo así, Zadig no puede ser concebido como exterior a la Escuela, ni puede ser separado del corazón mismo de
la Escuela, esto es, de la lógica no-toda del pase, y esto atañe no sólo al AE,
sino a todo aquel que inscribe su trabajo en la Escuela de Lacan, como lo
establece el Acto de Fundación del ’64, y como Gustavo Stiglitz lo precisa: La práctica del pase en la Escuela,
interviene en el horizonte de los análisis en curso, es decir que la clínica y
las consecuencias del final de análisis inciden en los analizantes antes de su
final efectivo.
Que se plantee que Zadig es una suerte
de producto empaquetado para el afuera
de la Escuela, es equivalente a decir que la Escuela no es interpretable políticamente, algo así como una
excepción de la Teoría de Torino. Pero entonces eso reniega, también, de los
alcances del pase como subversión al
interior de la Escuela. Así, eso implica entonces que podemos hacernos presentes
en la política desde nuestra formación como psicoanalistas, pero no podemos
traer de vuelta y hacer presente esa misma posición en la política, al interior de la Escuela. Esto es un nonsense.
Tampoco es una herramienta de los
psicoanalistas para, desde una cierta extraterritorialidad, traducir la
realidad a términos psicoanalíticos. Existía antes una distinción ya casi en
desuso entre psicoanálisis en intensión y psicoanálisis en extensión, una
dicotomía que creaba más problemas que los que resolvía. La implicación de los
psicoanalistas en lo social, cultural, y lo político derivaba casi de modo
inercial a una suerte de tutelaje psicoanalítico que desembocaba
inevitablemente en una transferencia negativa más o menos intensa, en parte
porque la extensión se concebía como una suerte de pedagogía psicoanalítica.
En cambio, el analista en la posición del santo no hace pedagogía ni traduce
los problemas a su jerga, solo señala, obstinadamente, a dónde tiene que
señalar, precisamente porque deriva de lo que el analizante produce por la
radicalización del acto y consecuentemente, de la aparición del deseo del
analista, que es un deseo de obtener la
diferencia absoluta, la máxima separación entre I y a.
Zadig es, más bien, una exigencia a no
subestimar el riesgo de olvidar la política del acto, que es la política de un
psicoanálisis orientado por lo real del serhablante, y someterse a la política
del Otro, como lo recorta bien Rosa Elena Manzetti.
Anna Aromí, en un texto reciente en el
que hace una precisa disección de lo que pasa en Cataluña, refiriéndose a lo
que llama en su título el difícil pase de
lo nuevo que desde su perspectiva, aún
no ha encontrado nombre, concluye con una pregunta rotunda: ¿Querrán los
analistas poner de su parte para que lo encuentre?
Allí donde la
abyección reviste el ejercicio de la política entonces, deberíamos hacernos presentes
¿Querremos?
Nota:
*Según
una fórmula afortunada de Heloisa Prado Telles a partir de la lectura de mi
intervención en la Conversación política del Primer Encuentro de Elucidación de
la NEL en Buenos Aires: Cero abyección,
http://bit.ly/2yCl8oo.
Referencias
Anna Aromi: ¿Qué
pasa en Barcelona? El difícil pase de lo nuevo. http://bit.ly/2yxHWGG
Gil Caroz: ¿Por
qué la política necesita hoy ser iluminada por el psicoanálisis? http://bit.ly/2yuzUP3
Gustavo Stiglitz. Es la política…
http://bit.ly/2gv3kW6
Jacques Lacan: Acto de Fundación de
1964. http://bit.ly/2gTuVNS
Jacques Lacan: Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el
psicoanalista de la Escuela. http://bit.ly/2zCBrjE
Jacques Lacan: Nota Italiana. http://bit.ly/2zDOMYU
Jacques Lacan: Seminario Libro 11.
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires,
1987.
Jacques-Alain Miller: Conferencia
de Madrid. http://bit.ly/2yCdwT6
Jacques-Alain Miller: Campo
Freudiano, Año Cero. http://bit.ly/2yW8WQZ
Rosa Elena Manzetti. Desideri
Decisi di democrazia in Europa. http://bit.ly/2yCl8oo
Raquel Cors Ulloa. Política
para-todos. http://bit.ly/2gv3kW6
Artículo publicado en Lacan Cotidiano nº 27
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